Pero tal como indicaba al principio deje de ir por varios motivos, el primero es que sufrió una especie de hechizo de proporcionalidad inversa, en la cual aumentaron los precios y redujeron la cantidad de comida en la ración, aunque mantuvieron la calidad, las raciones tenían pinta de haber sufrido un repaso contable, incluso llegue a la conclusion que en las tapas contaban la cantidad de patatas, calamares a la romana por unidad. Pero la gota que colmo el vaso fue mi ultima visita al mismo, junto con mi pareja, cuando nada más al entrar ya percibimos un ambiente desencantado por así decirlo, los camareros andaban serios como robots por la sala sirviendo de forma mecánica las mesas, así que después de otear la carta ambos pedimos dos hamburguesas deseando salir de allí pitando, y lo que fue el desarrollo de la velada fue más bien penoso, nos sirvieron una hamburguesa, con unas pocas patatas fritas que no incluyeron ni una miserable gota de salsa para mojarlas para acompañar y un refresco, por que visto lo visto al entrar decidimos pedir lo más barato, si esa hamburguesa estaba sola, allí con las patatas al lado que parecía que iban a pedirse el divorcio. Pero lo que de verdad ha hecho que no vuelva a poner un pie allí fue mi genial idea, de pedir alioli, por que a mi me gusta mojar las patatas en salsa y si me la trajeron diligentemente a la mesa en un cuenco, que digo un cuenco ¡Un micro cuenco! encima de un platito con un poquito de salsa soltaria y miserable, con una cuchara para que cada uno se sirviese en el plato, que por cierto era industrial.
Terminamos nuestra última cena allí y pedimos la cuenta, que nos trajeron después de un elegante retraso, quizás con la esperanza de que tomáramos un café mientras la esperábamos, y al ir a pagar ¡ SORPRESA, SORPRESA! nos habían cobrado por el alioli (Seguramente hecho con sangre de unicornio.) 1.20€ y así fue como el Taller de Tapas me ayudo a decidir no darles la ultima oportunidad, por que entiendo que me hubiesen cobrado 1,20€ si fuera alioli original, hecho a mano, pero no era de bote, una lastima por que me gustaba el local, la comida y el personal, así que me da en las narices que su dueño ha pecado de avaricioso, solo espero que ese euro y veinte céntimos le compensase que haya dejado de ir allí y perder la propina que solíamos dejar.
¡Os espero de nuevo en el próximo articulo!
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